Siempre me ha llamado la atención que a la gente le guste decir que el tema lo tienen que estudiar “sus abogados”, que “mis abogados” te llamarán, que todo está en manos de “mis abogados”. En plural, mis abogados. No mi abogado, mi asesor, la persona a la que confío mis más preciados intereses: la libertad, el patrimonio, el puesto de trabajo, lo que gano o dejo de ganar, la honra. Todo eso, y sobre todo en los programas estos horteras de la televisión, lo ponen los famosillos en manos de sus abogados. Y la gente se contagia, claro, y dice, también, que irá a ver a sus abogados, cuando seguro que sólo tiene a uno.
Es cierto que cada vez es más necesario contar con despachos de abogados multidisciplinares, pues el mundo del derecho, hoy en día, es imposible de abarcar, pero un equipo multidisciplinar es necesario para una gran empresa, para los que tienen, también, asuntos multidisciplinares. Pero el ciudadano de a pie lo que necesita es un abogado, a un abogado especializado en tal tema, pero un abogado.
Entiendo que esto de mis abogados se diga para asustar (si es que, hoy en día, asustan algo los abogados), para sacar pecho, para amedrentar al contrario. Pero en esta profesión lo que cuenta no es la cantidad, sino la calidad. Saber dar con la solución al problema planteado, enfocarlo bien y, por supuesto, defenderlo. Pero, sobre todo, enfocar bien el asunto.
Y para buscar a un buen abogado, y no a muchos abogados, no hace falta irse muy lejos. Aunque no todos sean igual de buenos, o de malos, hay de todo en cualquier parte.
La profesión de abogado es la única que aparece citada en nuestra Constitución, debido a la importancia que tiene. El abogado es el confesor, en el que se depositan todas las esperanzas. Pero no sólo para ir a juicio, sino, y sobre todo, para asesorar y evitar, eso, ir a juicio; pues si vas al Juzgado ya está gran parte del asunto perdido.
“Mis abogados” son todos los abogados que el ciudadano tiene a su disposición, quizás con elegir sólo a uno de ellos le bastará para solucionar el problema en cuestión.
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